El desierto, espejo de nuestro Ser. Cuántas veces sentimos que nuestra vida está llena de actividades, sensaciones, personas, experiencias, que nos incomodan y no contribuyen a nuestra tranquilidad y coherencia. Frente a esto surge normalmente la pregunta: ¿de dónde ha salido todo esto?

Es un cuestionamiento que nos hacemos para tratar de descubrir en qué momento y por qué razones nuestra vida ha terminado por ser una experiencia extraña, que no escogimos, que no construimos conscientemente, una vida que no sentimos como nuestra.

Nuestra mente es una herramienta incansable que, mediante el pensamiento, está creando nuestra realidad: atraemos a nuestra vida lo que pensamos, deseamos, anhelamos, imaginamos. Y es un proceso que ocurre tanto si lo hacemos conscientemente como si no. Podemos estar seguros de que todas aquellas experiencias que nos parecen extrañas han sido puestas en nuestra realidad por nosotros mismos, por la actividad incansable de nuestra mente. Lo que ocurre es que, como no hemos hecho este proceso creativo prestando atención, nuestra vida se puebla de miles de cosas que nos parecen desconocidas y ajenas.

Si nuestra imaginación funciona automáticamente a través del miedo, la angustia, la culpa, nuestra realidad manifiesta experiencias relacionadas con estas emociones y patrones. Si por el contrario nuestra mente funciona en coherencia con nuestro corazón, con la compasión, la sabiduría, el amor, nuestra realidad estará en consonancia con esta armonía. Para lograr esta coherencia es necesario aprender a prestar atención, desarrollar una capacidad de escucha que hemos dejado de practicar. Esta capacidad de estar en el presente, con la atención plena, requiere de práctica y puede resultar difícil en el ajetreo de la vida actual.

Por eso, el desierto se convierte en un lugar ideal para descubrir lo que nuestro corazón nos ha estado diciendo toda nuestra vida: que en su ritmo y pulso se encuentra el conocimiento, la sabiduría y la alegría que necesitamos para alcanzar aquellas experiencias que están en coherencia con nuestra belleza y nuestro amor más Íntimos. En el silencio del desierto podemos descubrir la verdad más profunda de la existencia: que no hay nada que no seamos nosotros; que todo es una unidad manifestada en aparentes multiplicidades; que no importa a donde miremos o adonde vayamos, siempre nos encontramos a nosotros mismos.

Desde la infancia, el entorno, la sociedad, la escuela, la economía, la política, etc., nos saturan de información. Mucha de esta información es falsa y contradictoria, es decir, incoherente con nuestro corazón. Se nos enseña que somos insuficientes, insignificantes criaturas que aparecieron por azar en un planeta que también surgió por azar; que debemos competir y superar a otros para tener un sentido de identidad; que debemos temer por nuestra supervivencia porque no hay suficiente para todos; que somos máquinas físicas, cerebros calculadores desconectados de cualquier inteligencia universal; y que, en consecuencia, estamos separados unos de otros, y que debemos temerle al mundo, a los demás y a nosotros mismos. Se nos enseña a vivir volcados hacia afuera, en búsqueda permanente de una tranquilidad material y física, desatendiendo a la importancia de la riqueza emocional, mental e intuitiva.

Todo esto se traduce en un estado de miedo permanente que nos acompaña toda nuestra vida y nos hace buscar cosas que en realidad no queremos ni necesitamos. Por eso, al hacer un alto descubrimos que nuestra vida está llena de cosas incoherentes y dañinas. No sabemos lo que queremos y por eso no podemos encaminarnos hacia nuestra felicidad. Sin embargo, el corazón, paciente, siempre espera el momento en que nuestra mente tenga un poco de calma para poder mostrar con suavidad la verdad más profunda: que la existencia tiene un sentido, que se desprende de nuestro origen mismo, que es la inteligencia que da vida y forma a todo cuanto existe; que no hay casualidades ni azar; que si empezamos a conocernos también conocemos el universo en el que vivimos, sus leyes geométricas, numéricas, de correspondencia y armonía, y que, al hacerlo, dejamos de temerle a la vida porque descubrimos que somos parte de ella.

Descubrimos también que no es necesario competir ni compararnos, porque cada individuo es como debe ser y nuestra identidad no depende de ganar o sobresalir frente a otros. Nuestro corazón sabe cuál es nuestro valor y no necesita demostrarlo. Descubrimos, finalmente, que todo lo que necesitamos está en nosotros y que, si vibramos en coherencia, la existencia y el universo van a sostenernos y a darnos lo que necesitemos para alcanzar nuestra realización.

Solo hace falta escuchar, solo necesitamos darle espacio a la mente para calmarse y confianza al corazón para que nos hable. Nuestra Cuarentena en el Sahara es el espacio y el momento para regalarnos a nosotros mismos esa posibilidad de encontrarnos. En el estado de no-tiempo que el desierto nos regala podemos permitir la calma y la tranquilidad necesarias para que se manifieste en nosotros el amor, la sabiduría y el poder de dirigir nuestra vida hacia donde queremos que vaya.

Los invitamos al descubrimiento de esta poderosa simplicidad del corazón, que es directo, inmediato y siempre acertado. Es la simplicidad que el poeta gitano Vittorio Pasquale expresó al hablar de su pueblo, un pueblo nómada y simple, como los muchos que han habitado el vasto desierto:

Los gitanos tenemos una sola religión: la libertad.

Vivimos cada día como si fuera el Último.

No pensamos en la muerte. No la tememos.
Nuestro secreto es gozar cada día de las pequeñas cosas que la vida nos ofrece:

una mañana de sol, un baño en la vertiente, la mirada de alguien que nos ama.

Nos gusta caminar bajo las estrellas.

En esta simplicidad, sin esfuerzo, vamos a descubrir lo que somos en lo más Íntimo de nuestro ser, y lo vamos a ver reflejado en este vasto desierto que nos recuerda que siempre estamos sostenidos y nutridos por la Tierra, nuestro hogar, y que recibimos toda la información que necesitamos del universo a través de nuestro corazón.

¡Bienvenidos de nuevo a la Cuarentena en el Sahara!

Artículo Publicado por:

Edición IBC

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Sandra Fernández

Descubridora del PCT Pulso Cuántico Toroidal Base de Bioingeniería Cuántica

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