“Lo que mi alma me contó de la Comunidad IBC”
Por Alumna IBC
Brindo por ese instante sagrado que todos vivimos alguna vez, cuando la chispa espiritual aparece y, si la escuchas, te despierta, te transforma y enciende una luz nueva capaz de cambiar el mundo.
Aquella Navidad, mi pequeña alma azul meditaba en silencio.
A veces el mundo se vuelve ruidoso, desordenado, caótico y ajeno.
Pero ella sentía que aún quedaba un Gran Regalo por descubrir.
Y preguntó al Bosque:
«¿Quién te sostiene cuando tropiezas, dudas o el camino se vuelve difícil?»
El Bosque respondió:
«El Regalo que buscas te sostiene en los altibajos de la vida.
Te acompaña, te ilumina y te anima,
igual que nosotros, los árboles, sostenemos la vida del reino vegetal».
Aquella Navidad, mi pequeña alma azul abrió su mirada al mundo.
Y con humildad preguntó a las Estrellas:
«¿Quién te ayuda a ampliar la voluntad, la valentía, el coraje y la resiliencia?»
Las Estrellas respondieron:
«El Gran Regalo que buscas te ayuda a crecer y a brillar,
como nosotras iluminamos incluso la noche más oscura».
Aquella Navidad, mi pequeña alma azul quiso volar.
En su vuelo comprendió que la mejor forma de avanzar
y conocerse a uno mismo, como verdadero buscador espiritual,
es dedicarse a los demás.
Y preguntó a las blancas Mariposas:
«¿Cómo se trasciende lo individual para servir a un bien mayor?»
Ellas respondieron:
«El Gran Regalo que buscas te hará libre.
Y desde esa libertad avanzarás más rápido.
A medida que tú evolucionas, también ayudas a los demás
y contribuyes a transformar el mundo.
Nosotras también hacemos metamorfosis para poder volar».
Aquella Navidad, mi pequeña alma azul se volvió danzarina.
Giró y giró, hasta perder la referencia,
y entonces preguntó a su Maestra Espiritual:
«¿Dónde estoy?»
Ella respondió:
«Estás donde tienes que estar: en este presente sagrado.
Es momento de abrir el Gran Regalo».
Y añadió:
«Siempre lo supiste.
Siempre estuvo ahí.
Lo que los ojos humanos no distinguen
el corazón lo reconoce como chispas de una verdad divina
que late dentro de ti».
Aquella Navidad le reveló a mi alma
que el Gran Regalo se llama Comunidad.
Porque el bosque no tiene un solo árbol,
ni el cielo una sola estrella,
y las mariposas, al volar libres, ayudan a florecer al planeta.
La Comunidad se forma con muchos seres,
con sus vibraciones, miradas, latidos y propósitos entrelazados.
La Comunidad del IBC tiene un brillo propio,
una misión, una geometría, un pulso, una vibración especial.
Es capaz de dar voz a quienes hablan sin palabras
y sostenerlos a través del latido del corazón.
Sin ella, el mundo no sería igual.
Así me lo contó mi alma en aquella mágica Navidad.
Qué te aporta la Comunidad IBC
1. El valor de compartir.
Cuando se comparte un propósito, una experiencia, una formación o una misión desde una vibración elevada, se genera un intercambio profundo y transformador. La energía del grupo eleva, sostiene, crea y multiplica. En Comunidad, avanzar es más fácil, más rápido y más luminoso.
2. El valor de la pertenencia.
La Comunidad IBC sostiene en los altibajos de la vida: en la agitación, la confusión, la noche oscura o los momentos de intensa emoción. Acompaña en todos los cuerpos y dimensiones, previniendo estados de ansiedad, soledad, depresión, adicciones y otros desórdenes. La pertenencia sana.
3. El despertar espiritual.
La evolución se acelera cuando no se camina solo. Los compañeros del camino, los maestros y las maestras espirituales inspiran, guían, iluminan y enseñan. Así se desarrollan disciplina, voluntad, valentía y resiliencia. El despertar se expande:
Cuando tú despiertas, tu energía despierta a otros,
y la cadena se multiplica.
4. Misión altruista y servicio planetario.
En Comunidad te encuentras con almas afines, con quienes comparten propósito, conciencia y vocación de servicio. Esto fortalece la unión, la paz, la libertad interior y el crecimiento individual y colectivo. Servir al mundo es también una forma de evolucionar.
Cómo puedes ayudar a mantener la Comunidad IBC
1. Dedicación.
Dando prioridad a tu vida espiritual: meditando, formándote, participando en aulas, viviendo la coherencia cada día.
2. Gratitud.
Reconociendo el valor de la Comunidad.
La fuerza del grupo ayuda a superar cualquier desafío.
Todo afecta a todos. Estamos profundamente interconectados.
3. Virtudes y valores.
Amor, respeto, armonía, servicio y altruismo son los faros
que mantienen la coherencia de la Comunidad
y permiten atravesar diferencias o dificultades sin perder la luz.
Quién puede pertenecer a la Comunidad IBC
Cualquier ser que desee evolucionar en coherencia:
buscadores espirituales, buscadores de la luz,
personas que sienten ir más allá de lo aparente,
seres que quieren ayudar, compartir, aprender,
o que necesitan apoyo, claridad, crecimiento y transformación.
La Comunidad es un espacio vivo donde cada alma encuentra su lugar.
Alumna IBC