Dualidad y Polaridad un camino de sabiduría, Tradicionalmente, la razón ha sido la herramienta que nos ha permitido conocer el mundo mediante la filosofía y la ciencia. El ser humano está dotado por un lado de una razón que divide al mundo en su intento de conocerlo.

Cada vez que surge un pensamiento, se produce un dualismo entre el sujeto que piensa y el objeto pensado. Por otro lado, todo ser humano tiene acceso al espíritu que mora en el interior de cada uno de nosotros. Toda la filosofía occidental está sustentada en el dualismo que divide al ser humano entre ese mundo interior que pregunta y ese otro mundo exterior por conocer.

En la actualidad, nuestra visión personal se limita a ver todo aquello que nos envuelve en términos absolutos y dicotómicos. Las personas son buenas o malas. Eres racional o eres emocional. O estás conmigo o estás contra mí. Si no eres inteligente eres ignorante. La felicidad es lo opuesto a la tristeza. Si no apruebas mi verdad estás defendiendo la mentira.

Valoramos lo racional por encima de lo emocional, enfatizamos la fuerza, el dinamismo y ese sentido de dominación que enmarca muchas veces a las sociedades patriarcales. Se nos ha olvidado alimentar o cuidar esa percepción capaz de ver la realidad como un continuo y no como un juego de fuerzas donde una siempre debe prevalecer sobre la otra.

Al mismo tiempo nuestro ego, en su ilusión de estar separado del espíritu, vive como en un sueño y se lanza a la conquista del mundo mediante el poder, el dinero, la fama, las posesiones, etc. y así, se genera un sufrimiento mediante el apego a los sentidos físicos, lo cual nos aparta del camino de la conciencia de unidad y del amor a nuestros semejantes. Ahí reside todo el misterio de la vida. Un misterio que los materialistas científicos niegan pues niegan la existencia misma del espíritu.

Bioingeniería cuántica nos propone aprender a través de los opuestos, considerando que el propósito de la existencia humana es despertar a su verdadera naturaleza, y esto lo hace a través de la dualidad, si no somos capaces de concebir el sentido de odio o tristeza, no sabríamos lo que es el amor o la felicidad, si estuviéramos todos despiertos y divinos, no sabríamos qué es la Divinidad. En el estado original, no sabemos absolutamente nada, porque no hay nada más que saber, ya somos Todo, solo debemos aprender a recordar.

Identificamos que el dualismo ve únicamente opuestos irreconciliables que desembocan en evaluaciones cubiertas de prejuicios y decisiones que reducen el mundo a opuestos igualmente irreductibles; y que la polaridad nace de la unidad e incluye los conceptos de la totalidad.

El Principio de Polaridad dice textualmente: “Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos; los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semi verdades; todas las paradojas pueden reconciliarse. En otras palabras, los opuestos conformaron una partición del mundo que llamamos dualidad.

El desafío que nos plantea IBC es “La no dualidad” que nos lleva a aceptar a los demás como son, con sus virtudes y sus defectos, implica aceptar que todo lo que ocurre en nuestra vida es una oportunidad para aprender una lección, implica que no debemos forzar las cosas mediante nuestro ego, sino pedir respuestas a nuestras más profundas preguntas en una actitud ética.

Cuando se abandona a la dualidad como camino existencial basado en un mundo de ilusión, creencias o simple fe, nos reconvertimos a sí mismos a la no dualidad, residiendo en presencia de la divinidad donde cada uno será el co- creador de su propia realidad para alcanzar la libertad y felicidad en conciencia.

Ya la teoría del Yin y el Yang nos dice que todo lo que nos rodea se compone de dos fuerzas opuestas que se unifican en armonía para favorecer el movimiento y, a su vez, el cambio. Así, mientras el Yin simboliza lo oscuro, el agua, lo intuitivo y la capacidad de nutrir la vida, el Yang constituye el ímpetu, lo luminoso, la expansión y el fuego.

La conciencia se asocia a cada sujeto particular, sus elecciones van siendo determinadas por cada experiencia que vive: los recuerdos. Al enfrentarnos a un suceso por primera vez, no hay recuerdos que determinen la capacidad de elección y la conciencia elige libremente, pero posteriormente esos recuerdos determinan las probabilidades de cada elección, es lo que se llama memoria cuántica. Es decir, el cerebro responde a cada estímulo con una superposición cuántica de posibilidades. Todas las opciones son posibles para ser elegidas, y la conciencia colapsa una de esas posibilidades y según se acumulan experiencias y respuestas previas, la conciencia acude a esa memoria cuántica de cada sujeto para decidir.

Podemos entender mejor el proceso si pensamos en términos de consciente y subconsciente. Nosotros elegimos según el primero, pero en realidad es el subconsciente (la conciencia única) el que ya tiene una respuesta elegida de antemano.

IBC sostiene que para atravesar la dualidad debemos ir más allá de la oscuridad y trascenderla.

Para ello IBC dispone de un protocolo de entrenamiento para bioingenieros y terapeutas que permite observar en forma correcta y tratar con su lado oscuro desde su corazón, permitiendo trascenderla desde la unidad relacionándose con ella desde una posición no dual. Sin rechazarla, porque sabemos que el rechazo ata. Así La correcta relación con la oscuridad la hacemos desde el respeto a su cometido y nunca desde la lucha.

Esta metodología nos permite entender que para poder atravesar la dualidad no solamente debemos ir más allá de la oscuridad si no también debemos trascender el enamoramiento hacia la luz y la luz misma hasta que llegamos a un lugar de observación en el cual solo existe la esencia pura y que esta esencia no es luz ni sombra y es aquí donde se encuentra la raíz de todas las cosas la sustancia.

A su vez nos orienta a ser seres ecuánimes ante el bien y el mal, respetando la dualidad permitiéndonos vivir en una realidad interna trascendida y desplegada para convertirnos en instrumentos del infinito, recordando siempre que somos intermediarios entre las elecciones del paciente y su coherencia y que esta relación es siempre sagrada.

Como trabajo personal y permanente debemos considerar y revisar nuestra armonía personal que parte de la propia capacidad por mantener el equilibrio entre todas las fuerzas que confluyen en nosotros. Para ser felices hay que saber gestionar la tristeza. Para amar con madurez hay que amar también los claroscuros del otro. Para contribuir a nuestro desarrollo como seres humanos debemos hallar ese punto donde lo emocional y lo racional sintonicen, un espacio propio de autoconocimiento, de aceptación y expansión.

La invitación es trabajar en esas energías opuestas que aún habitan en nosotros para crear un todo más armónico, significativo y sobre todo coherente y satisfactorio sin olvidarnos que somos hijos de la luz y oscuridad.

Margarita Ortega González

Profesora de Biología y Ciencias

Docente Internacional Bioingeniería Cuántica

Bienestar, terapia y evolución

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Sandra Fernández

Descubridora del PCT Pulso Cuántico Toroidal Base de Bioingeniería Cuántica

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