Vocación y evolución… Bioingeniería Cuántica. El escritor y pensador Ken Robinson, que ha dedicado gran parte de su vida y su trabajo a pensar en el papel que cumple la educación como forma de desarrollar plenamente al ser humano, acuñó el término de El Elemento para referirse a una circunstancia específica del ser humano en la que este se siente pleno, con todas sus potencialidades al máximo.

Según Robinson, el Elemento es “el punto de encuentro entre las aptitudes naturales y las inclinaciones personales”, y quienes lo alcanzan “hacen lo que les gusta y al hacerlo se sienten realmente ellos mismos: les parece que el tiempo transcurre de manera diferente y se sienten más vivos, más centrados y llenos de vida” (Robinson, El Elemento).

Para entender mejor este concepto, comprendamos cada uno de los ingredientes que lo componen. En primer lugar, tenemos las aptitudes naturales. Estas se refieren a aquellas habilidades que de manera natural y sin esfuerzo recibimos gracias a nuestra genética y al entorno en el que nos fue dado crecer.

Es por esta herencia natural por la que algunas personas son más aptas para correr, mientras que a otras se les da mejor nadar o leer; algunas son más táctiles, mientras que otras se conectan más con su entorno a partir de los sonidos y son más auditivas; hay personas que nacen con una visión limitada, y por eso fortalecen más otra sensibilidad.

Hay quienes crecen entre artistas y desarrollan la conexión con el arte, mientras que puede haber personas que aprenden de su entorno a trabajar con números y con información matemática o científica. Para desarrollar estas habilidades no se requiere de un gran esfuerzo, porque se reciben directamente y casi siempre de manera involuntaria, por el solo efecto de las neuronas espejo.

En segundo lugar, tenemos las inclinaciones personales. Estas se refieren a los deseos que motivan nuestras acciones. Son los anhelos que nuestro corazón hace palpitar dentro de nosotros cada día. Estas inclinaciones no necesariamente están alineadas con las aptitudes naturales: es perfectamente posible que alguien de constitución física débil anhele ser un gran deportista, o que una persona criada por artistas desarrolle el anhelo de comprender el universo desde la perspectiva de la física matemática. Las inclinaciones personales tienen causas más misteriosas que las aptitudes naturales, y normalmente no nos es fácil saber por qué tenemos el deseo de desarrollar ciertas habilidades que en nuestro entorno no son comunes.

Esto hace que las inclinaciones personales se conviertan muchas veces en fuentes de frustración. Por ejemplo, si una persona criada por científicos empieza a mostrar el deseo de dedicarse al arte, puede pasar que su familia se lo impida y rechace estos deseos. Al enfrentar estas dificultades,

quitándole así valor al llamado de su corazón; o desafiar la autoridad de su familia para alcanzar sus anhelos. En cualquiera de los dos casos, el resultado es un estado de tensión, angustia y preocupación que afectan su desempeño diario y su salud.

Como no es fácil responder a la pregunta por el origen de esa inclinación personal, nuestra mente no sabe muy bien cómo enfrentar este tipo de situaciones. El desarrollo de la Bioingeniería Cuántica, que basa su funcionamiento en una atenta escucha del pulso, que es la manera más directa de evidenciar la información que guarda nuestro corazón, permite entender este proceso de una manera diferente. A partir de esta relación directa con el pulso, a cada persona le resultará más fácil aceptar sus impulsos y entender que estos vienen de un lugar profundo de su ser, y que no necesita justificarlos de ninguna manera racionalizada.

De esta forma, el enfrentamiento con el entorno ya no resulta doloroso, por cuanto que hay una profunda aceptación de nosotros mismos que viene de esta conexión con la fuente misma de nuestros impulsos, que es la parte más sabia de nuestra conciencia. Tampoco existirá ya la tendencia a rechazar los deseos profundos que nos mueven a la acción, precisamente porque la fuerza de la evidencia intuitiva que nos ofrece el pulso nos da la convicción de que esa potencialidad que queremos desarrollar es una parte fundamental de nuestra identidad como humanos. Todo esto significa que con el pulso encontramos la coherencia que fortalece nuestra determinación y que garantiza que alcancemos lo que nos proponemos.

Entonces, ese Elemento al que se refiere Ken Robinson se vuelve algo fácil de alcanzar mediante el pulso, pues gracias a este podemos descubrir, aceptar y asumir profundamente cuáles son los anhelos más íntimos de nuestra individualidad, y con esta coherencia nos es posible poner nuestras aptitudes naturales al servicio de estas inclinaciones personales, para lograr una coherencia que desarrolle nuestra vocación y nos garantice el éxito. Así, quien creció entre científicos pero quiere ser artista, ya no dudará de su inclinación, sino que podrá utilizar sus conocimientos matemáticos para optimizar su aprendizaje del arte, y lograr una comprensión más amplia de ambas disciplinas. Su coherencia le dará la seguridad y la determinación para aprender lo que necesite aprender para lograr el desarrollo de la obra que desea crear.

De esta manera, nuestro corazón nos brinda la información que necesitamos para romper las limitaciones que el entorno estableció para nosotros; así, convertimos las barreras en impulsores de nuestros anhelos. Esta conexión es lo que se denomina vocación. Vocación es la actividad que surge de la coherencia de nuestros deseos y nuestras aptitudes, y que se experimenta como una plenitud que surge cada vez que estamos ampliando los conocimientos y las habilidades que nos permiten expresar más claramente ese anhelo profundo que nos moviliza. Con una fuerza así, basada en la coherencia que permite que impulsos personales y aptitudes naturales se nutran y acrecienten mutuamente, el éxito está asegurado, pues lo que construiremos será la expresión misma de la inteligencia universal, que late en nuestro corazón e informa nuestra vida con cada palpitación, en cada segundo de nuestra vida. Bienestar, terapia y evolución

Referencias

Robinson, K. (2017). El Elemento. Editorial Debolsillo.

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Sandra Fernández

Descubridora del PCT Pulso Cuántico Toroidal Base de Bioingeniería Cuántica

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