ARTÍCULO IBC
Cuando el Amor No Es Amor: Un Llamado a la Claridad y a la Dignidad Interior (SCROLL DOWN FOR ENGLISH VERSION)
Hoy quiero compartir una reflexión nacida del corazón de una consulta terapéutica profundamente reveladora. La paciente, pero podría ser cualquiera de nosotras o nosotros. Porque lo que se manifestó en su proceso no es un caso aislado, sino un patrón recurrente en la vida de miles de personas que han confundido el amor con otra cosa. Que han entregado todo por alguien que no supo, no quiso o no pudo amarles. Que han creído estar en una relación cuando en realidad estaban en una dinámica de desgaste, dependencia o manipulación.
Por eso, esta experiencia es también una oportunidad para abrir los ojos, afinar la percepción y recordar lo que verdaderamente es el amor… y lo que no lo es. Porque hasta que no somos capaces de distinguirlo con claridad, corremos el riesgo de seguir llamando “amor” a lo que en realidad nos aleja de nosotros mismos.
Aquí comparto, en forma de carta abierta, lo que comuniqué a mi paciente y os comunico de corazón a cada uno de vosotros. Un mensaje que trasciende lo personal para convertirse en visión colectiva. Un mensaje que quizás también sea para ti.
Querida :
Es importante que hoy pongamos palabras a lo que tu alma ya ha comenzado a comprender, para que puedas cerrar definitivamente un ciclo que nunca fue justo contigo. Porque lo que tú sentiste como amor, no lo fue. Y esta carta es una guía para ayudarte a verlo con total honestidad y lucidez.
El amor no se contradice.
Cuando alguien te dice una cosa y hace otra, no está amando: está manipulando. El amor real es coherente, claro, honesto. No necesita excusas ni desaparece en momentos clave. No cambia su forma de actuar según le convenga. No responde con silencio ante tu dolor. No minimiza tus palabras. No ignora tu entrega. El amor actúa en unidad entre palabra, emoción y gesto.
El amor no se aprovecha.
Cuando das todo y recibes casi nada. Cuando sostienes emocional, económica o energéticamente a alguien que no se esfuerza por ti, eso no es amor: es abuso emocional encubierto de carencia. El amor no se alimenta del sacrificio de una parte mientras la otra toma sin medida. El amor cuida. El amor se responsabiliza. El amor devuelve. Y no por obligación, sino porque siente el vínculo como sagrado y equitativo.
El amor no te hace sentir pequeña.
Cuando alguien te hace dudar de ti, te hace sentir culpable por expresar lo que necesitas, te hace pensar que pedir respeto es demasiado, no está amando. Está usando tu luz para llenar sus propios vacíos, pero no está dispuesto a mirarte con la grandeza que mereces. El amor te eleva, no te aplasta. El amor te valora, no te desgasta. El amor es alimento para el alma, no un espacio de erosión interna.
El amor no desaparece cuando lo necesitas.
Cuando enfermas. Cuando te sientes sola. Cuando tienes un problema. Si quien dice quererte no aparece, no sostiene, no pregunta, no actúa: no es amor. El amor no es ausencia. Es presencia real, comprometida, constante. No se esfuma ni se esconde. No necesita justificaciones. Se queda porque le importas. Porque su presencia no depende de tu estado, sino de su verdad.
El amor no vive de promesas vacías.
Palabras sin hechos. Intenciones sin acciones. Todo eso desgasta, confunde, manipula. El amor verdadero no te deja esperando. Cumple. Se muestra. Y cuando no puede, lo comunica con respeto. No te hace sentir que eres demasiado por querer claridad o que estás loca por pedir lo básico: reciprocidad. El amor honra su palabra, y cuando no puede, ofrece verdad.
El amor no se sostiene solo con ganas.
Tú diste todo. Tiempo, cuidado, dinero, confianza, energía. Pero el amor no se construye en solitario. No se puede salvar una relación desde un solo lado. El amor necesita dos voluntades libres, maduras, abiertas. Y cuando una no está, la otra no tiene por qué quedarse en ruinas. Porque amar no es sacrificarte hasta desaparecer. Es elegirte también cuando el otro no lo hace.
El amor no es silencio ante tu verdad.
Quien ama escucha. No juzga. No gira la cara cuando nombras tu herida. El amor verdadero no te calla ni te desarma emocionalmente. No huye de las conversaciones incómodas, porque sabe que el vínculo crece en la transparencia. El amor te sostiene en la vulnerabilidad, no la castiga ni la utiliza.
Y sin embargo… tú sí amaste.
Y eso, es lo que hoy debe quedar en tu corazón como semilla de dignidad. Porque aunque lo vivido no fue amor, tú sí supiste amar. Y eso no es motivo de vergüenza, sino de honra. Porque tu alma se abrió, dio, creyó. Pero ahora es tiempo de que ese amor que supiste dar, empiece a ser para ti.
Un amor con límites. Con claridad. Con respeto propio.
Un amor que no te pida bajar tu luz.
Un amor que no pida explicaciones por ser tú.
Un amor que no te obligue a mendigar lo que debería ser natural: cuidado, presencia, coherencia, ternura.
Lo que has vivido fue un aprendizaje. Doloroso, sí. Pero también una puerta.
Porque gracias a este proceso hoy te eliges. Hoy ves. Hoy decides que ya no quieres ese tipo de vínculos en tu vida. Y eso, es un acto de amor profundo hacia ti misma. Y eso es también lo que quiero que todos podamos ver: que el verdadero amor comienza el día que dejamos de justificar lo que nos daña, y empezamos a tratarnos como merecemos.
El amor no confunde.
El amor no es adicción.
El amor no es ausencia.
El amor no es castigo.
El amor no duele porque sí.
El amor verdadero… sana.
Sostiene.
Expande.
Eleva.
Y si no hace eso… entonces no es amor.
Este mensaje no es solo para la apaciente. Es para ti, para mí, para todas las almas que han amado donde no había suelo fértil. Que han creído que el problema era suyo, cuando en realidad lo que fallaba era el marco. Que han dado demasiado sin recibir lo básico: humanidad.
Hoy, elijo compartir esta experiencia porque creo en la fuerza de la claridad. Porque hay momentos en la vida en los que una sola frase puede cambiarlo todo: eso no era amor.
Y también: mereces mucho más.
Con todo mi respeto y certeza,
Sandra Fernández
Directora y Fundadora del Instituto de Bioingeniería Cuántica
IBC ARTICLE
When Love Is Not Love: A Call to Clarity and Inner Dignity
Today I want to share a reflection born from the heart of a deeply revealing therapeutic session.
The patient—though it could be any one of us.
Because what emerged in her process is not an isolated case, but a recurring pattern in the lives of thousands who have mistaken love for something else.
Who have given everything to someone who didn’t know how, didn’t want to, or simply couldn’t love them.
Who believed they were in a relationship, when in fact they were caught in a dynamic of exhaustion, dependency, or manipulation.
That is why this experience is also an opportunity to open our eyes, refine our perception, and remember what love truly is… and what it is not.
Because until we can clearly distinguish one from the other, we run the risk of continuing to call “love” that which actually takes us further away from ourselves.
Here I share, in the form of an open letter, what I communicated to my patient—and from my heart, to each of you.
A message that goes beyond the personal and becomes a collective vision.
A message that may also be meant for you.
Dear one,
It’s important that today we give words to what your soul has already begun to understand, so that you may finally close a cycle that was never fair to you.
Because what you felt as love… wasn’t.
And this letter is a guide to help you see it—with complete honesty and clarity.
Love does not contradict itself.
When someone says one thing and does another, they are not loving—you are being manipulated.
True love is coherent, clear, and honest.
It doesn’t need excuses or disappear in crucial moments.
It doesn’t change its behavior when it suits.
It doesn’t respond with silence to your pain.
It doesn’t belittle your words.
It doesn’t ignore your devotion.
Love acts in unity—between word, feeling, and gesture.
Love does not take advantage.
When you give everything and receive almost nothing…
When you emotionally, financially, or energetically support someone who makes no effort for you—that is not love.
It is emotional abuse disguised as lack.
Love does not feed off the sacrifice of one while the other takes without limit.
Love nurtures.
Love takes responsibility.
Love gives back—not out of obligation, but because it feels the bond as sacred and reciprocal.
Love does not make you feel small.
When someone makes you doubt yourself,
makes you feel guilty for expressing your needs,
makes you think that asking for respect is too much—
they are not loving you.
They are using your light to fill their own emptiness,
but are not willing to see you in the greatness you deserve.
Love lifts you—it does not crush you.
Love values you—it does not drain you.
Love nourishes the soul—it is not a space of inner erosion.
Love does not disappear when you need it.
When you’re sick.
When you feel alone.
When you’re facing difficulty.
If the one who claims to love you does not show up, does not support you, does not ask, does not act—
it is not love.
Love is not absence.
It is presence—real, committed, constant.
It doesn’t vanish or hide.
It doesn’t need excuses.
It stays because you matter.
Because its presence depends not on your condition, but on its truth.
Love does not live on empty promises.
Words without actions.
Intentions without follow-through.
All of that erodes, confuses, manipulates.
True love does not leave you waiting.
It shows up.
And when it can’t, it communicates with respect.
It doesn’t make you feel “too much” for seeking clarity,
or “crazy” for asking for the basics: reciprocity.
Love honors its word.
And when it can’t fulfill it—it offers truth.
Love cannot survive on one person’s effort.
You gave everything—
time, care, money, trust, energy.
But love cannot be built alone.
You cannot save a relationship from one side.
Love requires two free, mature, open wills.
And when one isn’t there, the other doesn’t have to remain in ruins.
Because to love is not to sacrifice yourself into disappearance.
It is to choose yourself—even when the other doesn’t.
Love is not silence in the face of your truth.
One who loves, listens.
Does not judge.
Does not look away when you name your wound.
True love does not silence you or disarm you emotionally.
It doesn’t flee from difficult conversations,
because it knows the bond grows through transparency.
Love holds you in your vulnerability—it does not punish it or use it.
And yet… you did love.
And that, today, is what must remain in your heart as a seed of dignity.
Because even though what you experienced was not love—
you knew how to love.
And that is not a source of shame—but of honor.
Because your soul opened, gave, believed.
But now it is time for that love you gave so well to be returned to yourself.
A love with boundaries.
With clarity.
With self-respect.
A love that doesn’t ask you to dim your light.
A love that doesn’t ask for explanations just because you are you.
A love that doesn’t make you beg for what should be natural:
care, presence, coherence, tenderness.
What you’ve lived was a lesson.
Painful, yes.
But also a doorway.
Because through this process—you choose yourself.
You see.
You decide you no longer want these kinds of ties in your life.
And that… is an act of deep love for yourself.
And that is also what I want us all to see:
that true love begins the day we stop justifying what harms us,
and begin to treat ourselves as we truly deserve.
Love does not confuse.
Love is not addiction.
Love is not absence.
Love is not punishment.
Love does not hurt for no reason.
True love… heals.
Holds.
Expands.
Elevates.
And if it doesn’t do that… then it’s not love.
This message is not just for the patient.
It is for you, for me, for all the souls who have loved where there was no fertile ground.
Who believed they were the problem,
when in truth, the frame was broken.
Who gave too much without receiving the basics: humanity.
Today, I choose to share this experience because I believe in the power of clarity.
Because there are moments in life when a single phrase can change everything:
That was not love.
And also: You deserve so much more.
With all my respect and certainty,
Sandra Fernández
Director and Founder of the Institute of Quantum Bioengineering